dimarts, 24 de gener del 2012

Descubriendo el Tai Chi


El otro día fui a clase de Tai chi por primera vez. Desde que vi a un grupo de chinos practicándolo en masa en medio de Central Park, siempre había querido probarlo. Yo tenía entendido que era una especie de disciplina oriental parecida al yoga, para trabajar cuerpo y mente y alcanzar la paz interior. Pero resultó que no: el Tai Chi es un arte marcial. Eso nos aclaró enseguida el profesor al ver que un alumno lo hacía con los ojos cerrados: "atención, que esto no es una meditación en movimiento, es un arte marcial". Que quede claro...

La verdad, a mí gustarme, me gustó mucho, pero no me veo dejando fuera de combate a ningún malhechor con mis futuros conocimientos de Tai Chi. No sé, no me siento capaz de ir por ahí tan tranquilamente enfrentándome a los malotes en la postura de la grulla que extiende sus alas: "¡Eh, piltrafillas! Que domino el Tai Chi, así que mucho cuidadito conmigo". No acabo de verlo claro, sospecho que el único que se dejaría apalizar sería un caracol, y tengo mis dudas...

Próximo reto: la petanca, ese deporte fascinante. Pensándolo bien, no sé si soy una avanzada a mi tiempo o una viejuna precoz. Pero a quien se meta conmigo y con mi edad, le parto la cara. Eso sí, dentro de veinte años, cuando mi puñetazo taichiniano mortal consiga alcanzarle.